lunes, 26 de noviembre de 2007

Emilia Attias en Revista LUZ

Nota publicada el 18 de Noviembre de 2007

Luego de un año al frente de Casi Ángeles, tira que la convirtió en heroína infantil, la actriz habla de sus mutaciones y de sus multifacéticos anhelos. Convive con su novio -el actor cómico Naim “el turco” Sibara-, pinta, escribe y, como si fuera poco, confiesa sus ganas de sacar un disco. Una chica todoterreno.
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Luego de leer sus numerosas notas en gráfica (desde la época de No hay dos sin tres, hasta el pasado Bailando por un sueño y aquel desembarco en el teatro de revistas de la mano de Miguel Angel Cherutti) resulta agobiante (¿y tentador?) que todas ellas comiencen de una forma unívoca: resaltando la escultural belleza de una adolescente (¡tiene 20 años!) que hizo de sus ojos verdes apenas un preludio para muchos de sus encantos. La repetición, probablemente, no sería tan disonante si esta linda muchacha no estuviese tan empeñada en demostrar que es mucho más que una figura bonita. Y lo logra, con cierta ambigüedad en el cometido, pero con definiciones y gustos que la alejan tanto de Cielo, su personaje de Casi Ángeles, como del más puro exhibicionismo. Es sugerente, por caso, escucharla hablar de bandas como The Velvet Underground, de autores controvertidos como Friedrich Nietzsche o de la necesidad de borrar del Vaticano tanto vicio mundano. Y si a la producción de fotos, en pleno domingo primaveral, llega con un pequeño cachorro Bulldog francés (bien de diva en ciernes) ella rápidamente borra cualquier lectura malintencionada y tiñe la situación con una despreocupada cuota de amor moderno: “Se llama Ramón, se lo regalé a mi novio, pero como hoy vivimos juntos, ahora es responsabilidad de los dos”, cuenta y comparte su felicidad por la convivencia con “el turco” Naim: “Me encanta llegar a casa y que él me esté esperando con la comida lista. Igual yo también cocino, ¡eh!”, remata antes de iniciar una charla íntima.

-El año pasado impactaste a todos con una imagen bien sexy, ¿no fue un volantazo demasiado brusco orientarse a un público infantil como el de Casi Ángeles?
-Mirá, a mí me encantan los cambios bruscos y seguramente habrá más a lo largo de mi carrera. En este caso, lo viví de manera muy natural, soy muy adaptable y despojada y eso me sirvió siempre a la hora de desenvolverme en diferentes terrenos.

-¿Hay algún otro giro para adelantarnos?
No, jamás me adelanto en nada... Soy impredecible, impulsiva y nunca sé para dónde puedo arrancar. El próximo año, eso sí, seguiré con Casi Ángeles y recién el otro veré si puedo hacer algo mientras estemos de gira con el programa.

-¿No es un riesgo que las seguidoras del programa te vean como un modelo a imitar?
-No, porque nunca me tomé una responsabilidad de ese tipo. Los más chicos, es cierto, te dan un amor total y llegan a verte como una virgen o un ángel que cayó del cielo. Pero no es algo que me persiga. Confío mucho en mis sentimientos y en mi autenticidad.

-¿Y cómo conciliás tu imagen sexy con ese aura virginal del que hablás?
-Es que mi imagen de femme fatale se borró bastante. No es que haya engordado o dejado de cuidarme, pero el público para el que trabajo hoy en día no me ve como vedette.

-Se sabe que grabás muchas horas, ¿no es un poco ingrata en ese sentido tu profesión?
-Más que la actuación, es la tele la que demanda tantas horas. Pero bueno, así como es de demandante también es de omnipresente. No hay nada que llegue tanto a la gente como la televisión.

-¿Cómo aprovechás tu tiempo libre?

-La verdad, trato de estar con mi novio. Además de los programitas típicos -cine, teatro, comer afuera- somos de agarrar el auto y encarar para alguna ruta. Escapar…

-No nombraste la tele…
-No miro tele, ni mis programas ni los de la competencia. Nada. Sí soy de escuchar mucha música.

-¿Qué tipo de música?
-De todo. Rock, tango, música nacional, de afuera… The Doors, Pink Floyd, Velvet Underground.

-Bandas que evidencian un cierto costado dark…
-Ah, sí, eso seguro. Tengo un costado mucho más profundo, oscuro si querés, de lo que se ve en pantalla. Lo canalizo pintando, escribiendo poemas, obras de teatro, canciones. La música es algo muy presente en mi vida. Mi novio canta tangos desde chico y yo estoy aprendiendo a tocar la guitarra por lo que suelen haber muchos momentos musicales en casa. En algún momento me gustaría sacar un disco.

-Epa, ¿no será mucho Emilia?
(Ríe) Es así, hago de todo. Últimamente se me está dando por diseñar ropa también.

-Es imposible no relacionar todo eso con la figura de Natalia Oreiro. ¿Te está ganando de mano?
-Nunca lo miré desde el lado de la competencia, pero sí me sorprende mucho que ella concrete las mismas cosas que a mí me interesan. De todos modos, nuestros estilos son bien distintos. Natalia explotó mucho el éxito en la televisión, y yo quisiera migrar hacia otros lados. En la tele de ahora todo tiene que estar muy digerido y a mí me gustaría generar cosas con más vuelo y sofisticación.

-¿Qué autores te gustan?
-Alfonsina Storni, Beckett, Shakespeare, Nietzche. Tengo todo un tema con la verdad, soy drásticamente sincera para escribir y Nietzche es así, muy crudo. Ahora estoy leyendo un libro de Herman Hesse, Demian, que también me tiene loca.

-¿Sos religiosa?
-Tengo una filosofía religiosa. Fui a un colegio de monjas pero no estoy para nada de acuerdo con la Iglesia. Creo que Jesús desaprobaría muchas de las cosas que suceden en El Vaticano y que, en algún punto, su filosofía se emparenta con la de Buda. Ambos predicaban un despojo y una austeridad que nos vendría muy bien imitar.

-Qué hubieses sido si no fueras actriz, ¿modelo?
-No, siempre tuve claro que el modelaje era sólo un paso en mi carrera. Es un profesión muy linda, pero la chispa que tengo adentro necesitaba otros destinos. Imagino que de elegir una carrera hubiese optado por la filosofía o la psicología.

-Tuviste que hacer de psicóloga con tu compañero Nico Vázquez a raíz de su tumultuosa separación de la actriz Mercedes Funes?
-No, me mantuve bastante al margen, pero entendiéndolo mucho. Las separaciones son muy dolorosas y es denso hablar de lo que a uno le duele. Lo vi muy contenido, además.

-¿Te parece que lo condenaron demasiado?
-No estoy muy al tanto de las repercusiones pero, desde ya, me parece que cualquier condena está mal. Todos somos seres humanos y creo que él hizo las cosas bien, si no, no tendría el buen diálogo que tiene con Mercedes. Trabajamos en estudios contiguos y mal diálogo no hay, eso te lo aseguro.

-¿Cómo estás vos del corazón?
-Feliz, súper feliz y enamorada.

-Cuando se conoció tu relación con “el turco” Naim, todos hablaron del humor como arma de seducción. ¿No es un bajón eso, que todos aleguen que sólo por la pinta él no te podía conquistar?
-Sí, fue muy gracioso, una idea algo cuadrada, ¿no? El amor es tan complicado y tan inexplicable… (suspira) ¡Mirá si me va a conquistar sólo por hacerse el cómico! La verdad, me enamoró porque… ¡maneja muy bien la moto! (risas) Fueron muchas cosas, se dio ese click que te hace disfrutar de absolutamente todo con esa persona. No tuve que pensar demasiado, sólo confiar en que el amor existe y qué era lo que me estaba pasando.

-Luego de un año de intenso contacto con niños, ¿no te dieron ganas de ser madre?
-Siempre dije que quería ser madre joven pero, bueno, recién tengo 20 años… Si llega ahora, será muy bienvenido, y si sucede a mis 35, también. Un hijo jamás sería una traba para mi carrera, imagino que me daría una energía tremenda, ¡mucho más de la que tengo ahora!

-Tu noviazgo con el turco, ¿es para siempre?
-Sí, ojalá estemos siempre juntos y, sobre todo, que siga cocinando tan bien (risas).


Tapa de la revista

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